Los jesuitas, su educación y sus admiradores

jesuitas-educacionEn estos días de marzo se difunde como noticia lo que los colegios de los jesuitas en Barcelona (8 colegios con más de 13.000 alumnos) experimentan desde principio de curso: un nuevo proyecto pedagógico. La modificación de los espacios rompiendo los muros de las aulas, la eliminación de la estructura clásica del currículo por asignaturas, el trabajo por proyectos de investigación, la eliminación de los exámenes…

El mundo jesuítico es muy complejo. Va desde el Papa Francisco a su participación en la teología de la liberación, pasando por sus cuadernos de “Cristianismo y Justicia”, a sus colegios y universidades de élite en todo el mundo. Uno de sus objetivos es formar las élites que cambiarán el mundo.

Desde siempre han sido los más inteligentes en la utilización de pedagogías progresistas en su técnica, en su implantación para seguir produciendo las élites que gobiernan el mundo occidental y gestionan este sistema radicalmente injusto. Y lo hacen de manera eficaz.

No podemos olvidar que en el sistema educativo español tenemos en la escuela de titularidad pública colectivos de docentes y familias que desde hace años están trabajando en la dirección de cambiar la educación con proyectos orientados por las pedagogías más innovadoras y transformadoras. Casi siempre con la oposición y el acoso de políticas educativas contrarias a estas propuestas. Hay muchos centros educativos luchando contra viento y marea para que esto sea posible en el espacio público.

Muchos docentes queremos una educación abierta en el espacio de la escuela de titularidad pública, que nos permita realizar proyectos innovadores. Espacio en el que se puedan poner en pie equipos docentes comprometidos con proyectos transformadores y desescolarizadores de la cultura académica dominante, que lleva al fracaso escolar y a la exclusión a tantas personas. Queremos hacer realidad la transformación de los espacios y tiempos escolares, del currículo academicista y de las pedagogías manipuladoras y alienantes que dominan hoy el sistema educativo. Que esto sea factible para todos y todas y no solo para los hijos de los que lo pueden pagar. Esto solo es posible en la escuela pública que queremos construir. Es verdad que la que tenemos, la de titularidad pública, tiene que ser metamorfoseada desde sus raíces para que sea realmente pública.

Pero tenemos un problema. Las viejas estructuras de los sistemas educativos en todo el mundo, también entre nosotros, han sido ocupadas por los que quieren dinamitar el espacio público educativo como lugar de la innovación, la investigación, la educación liberadora-­‐crítica-­‐humanizadora. Quieren que la educación sea un producto del mercado y por eso potencian, permiten y valoran lo que hacen las empresas privadas como lo verdaderamente innovador para hacerse más competitivos en el mercado y vender mejor su producto. Todo esto se mezcla, en el caso de los jesuitas también, con el envoltorio de las pedagogías del siglo XXI: proyectos de trabajo, espacios y tiempos flexibles, grupos interactivos, inteligencias múltiples, pedagogías sistémicas… con frecuencia para seguir promoviendo el estatus de poder conseguido. Pero todo es utilizado, quizás sea legítimo, para mantener la clientela que hace posible la misma pretensión de confesionalidad, de utilización de la educación para evangelizar, dogmatizar… Y si esto se paga con dinero público es más preocupante todavía.

Esto se utiliza para seducir (al menos a sus potenciales clientes y admiradores) y algunos se asombran ante los jesuitas, que pueden elegir y preparar sus equipos docentes, que han seleccionado al alumnado, que han logrado que nadie controle su pedagogía… y nos lo presentan como modelo a seguir por la escuela pública. Nos parece bien que las innovaciones se propongan desde todos los sitios, pero nuestro modelo no está en la escuela privada, aunque tenemos que aprender de todos. ¿Les perseguirán las administraciones educativas, como se hace en la escuela de titularidad pública a quienes cuestionan la rigidez de sus órdenes, por trabajar por proyectos, por no hacer exámenes, por no respetar los horarios prescriptivos, por modificar el espacio y el tiempo escolar o modificar la estructura del currículo académico…? Conocemos centros públicos que han sido estigmatizados y destruidos por hacer cosas parecidas. Pero no todos, porque algunos llevamos resistiendo y haciendo efectivas esas pedagogías durante muchos años (MRP y otros muchos colectivos innovadores en centros públicos). Estos están sencillamente silenciados actualmente, quizás con razón porque es la única manera, invisibilizados y acallados, de poder hacer lo que hacen en el espacio público secuestrado por los intereses mercantilistas y privados. Pedimos, y seguiremos trabajando para que sea posible, que esa “apertura y respeto” que se muestra con centros privados pagados con dinero público que quieren ser innovadores, también sea posible en la escuela pública y se pongan las condiciones para que estas innovaciones puedan llegar a todo el alumnado.

Colectivo Escuela Abierta, 12 de marzo de 2015

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